Había
tenido un día demasiado tedioso. Y lo peor de todo, es que había sido desde muy
temprano, de hecho, desde el amanecer. Suena exagerado pero es la verdad. Tenía
que ver varios papeles que pide la Universidad; documentos absurdos que debes
entregar para que sólo te hagas una pregunta ¿Para qué carajo necesitan eso?
En
primer lugar tuve que levantarme a las cinco de la mañana, y en un periodo de
vacaciones el cual el despertador siempre suena a eso de las diez de la mañana,
era muy dificultoso para mí, casi imposible. Pero bien, tome un ducha, me
vestí; milagrosamente me había cortado el pelo el día anterior, así que no tuve
molestias en peinarme y perder varios minutos (a pesar de que siempre me veo
igual) Sólo desayuné un vaso con leche, me cepillé los dientes y al cerrar la
puerta de mi casa, vi los faros de luz amarilla que cuelgan en la calle, sentí
frío y una pesadez recorría mi cuerpo. Sólo imaginaba siguiendo dormido en mi
encantadora cama, enrollado por varias sabanas y despertando después sin ninguna
preocupación.
A
empezar a caminar me pregunté: ¿Cuántos estarán despiertos a esta hora? Sabía
que muchas, quizás infinidad de personas, sin embargo, en esa madrugada de
flojera mía, sólo pensé en dos: Los canarios que chiflaban y las personas que
conducen a esa hora el transporte el público, el cual, tenía que subir en uno
de ellos para ir a mi destino.
Saltaré
todo lo que hice esa mañana y parte de la tarde; únicamente mencionaré el par
de horas que estuve parado para esperar mi respectivo turno. El frío punzante
que sentía en mis manos y en mi rostro, las charlas ridículas un poco molestas
de los demás, y para joder, el calor sofocante que empezó a sentirse a
mediodía. Sí, así de tedioso fue el día y el papeleo. Sin embargo, llegando casi
a mi casa, miré la misma y típica tienda de mis vecinos. Lo único que me gusta
de esa “micro empresa” dentro de una casa, es que se encuentra en un corredor;
bastante colorido y bien ordenado para un espacio tan reducido. Bien, por haber
tenido un día tan extenuante, me merecía un capricho, algo refrescante o más
que nada, algo frío. Quería una coca-cola. Sí, también hay agua y otros
líquidos que venden frío, pero una coca-cola era mi antojo. Agarré una lata, la
pagué, entré a mi casa, me senté en mi sillón de la sala y al recostarme un
poco y sentarme por quizás tercera vez en el día, abrí la lata.
Piiiissshh!
El
clásico sonido burbujeante al abrirla y el clásico primer sorbo que
extrañamente sientes demasiado frío o demasiado burbujeante en la garganta. No prendí
el televisor, no reproduje nada de música, ni siquiera miré mi celular. Quería
estar sólo sentado en mi sala (es el lugar que más me gusta de mi casa) bebiendo
mi refresco. Al acabarme el refresco y estrangular un poco la lata, la miré un
poco. Una leyenda, no, un nombre estaba escrito ahí: PAMELA.
Oh,
la mercadotecnia siempre es curiosa. Y después de indagar un poco en tu cabeza,
empiezas a darte cuenta que a veces, en ocasiones, la mercadotecnia es tan
simple, tan ordinaria, que lo que compras no es más que nada, solo algo tan
común. Sin embargo, eso quiere decir que son inteligentes. Pensé un momento en
Japón; ver en algunas ocasiones sus comerciales o su propaganda de x producto,
siendo tan abstracta, sin sentido o muy diferentes a lo que tienes acostumbrado
en esta parte del mundo. Eso sí es imaginación. Sin embargo, con Coca-cola
company fue diferente: Colocar simples nombres en latas y envases de su
refresco y que la gente se emocionará y aventurase a encontrar su nombre, sería
tan grande, que sus ventas obviamente, se incrementaran. Que puedo decir: HOLA,
ESTO ES EL CAPITALISMO. ¿RECUERDAS? DONDE TODOS VIVIMOS.
PAMELA,
nombre, que curioso también es, o por lo menos para mí si lo es. Nombre de una chica,
de una mujer. Amiga que nunca he tenido con ese nombre. Sólo recuerdo de una
compañera en la escuela media superior, que ni siquiera era de mi grado y que
jamás chocamos ni una palabra. PAMELA, sí lo busco en Facebook, o en otras
redes sociales, quizás encuentre unas mil, pero ninguna conocida. Pero que
pensaba: “Centenares de personas que te rodean cuando estás en la ciudad, las
miras y nunca piensas en su nombre” Sí, es cierto, pero es curioso cuando lo
ves en alguna parte o en algún objeto. No es lo mismo si ves nombres en una
propaganda o anuncio y miras su fotografía o en su defecto, tiene un título,
como: “Necesitas que vacunen a tus mascotas, haz una cita con el veterinario X”
Ó “Tienes problemas financieros, nuestra Asesora X, lo ayudará”. Aquí en una
simple lata de mercadotecnia y de refresco, encuentras un nombre y ya, sólo
eso, nada más. Posiblemente no era para mí esa lata, era para una PAMELA, o para
alguien que conocería a alguien llamada Pamela, pero la escogí al azar. A veces
pienso en los problemas que me ocasiono al preguntarme cosas sin sentido o sin
importancia. ¡Ay de mí!
Ya
que no conocía prácticamente a ninguna PAMELA, empecé a indagar un poco en mi
memoria. Algo me punzaba, como sí algo quisiera que yo lo hallará, y
efectivamente así lo fue. Era una canción, una canción que no es de mis
favoritas pero tampoco no me gusta. Una canción de una de mis bandas favoritas:
Los Beatles. Al ver la lata algo deforme por mi mano, y al ver el nombre, la
canción se reprodujo en mi cabeza y empecé a tararearla: POLYTHEME PAM. Obviamente
no dice nada de Pamela, pero vamos, es su diminutivo. No sé, es una canción
simple pero con un toque únicamente de los Beatles. Al igual se encuentra
dentro de un Medley, lo cual la hace doblemente genial y agradable. Había encontrado
a PAMELA o mejor dicho, había recordado a PAM. ¿Quién se hubiera preguntado que
la hallaría en una canción? De hecho ¿La buscaba desde un principio? Creo que
no, pero da igual, la canción es fabulosa.
Tendrías que ver a Pam Polietileno
Es guapísima pero parece un hombre
Tendrías que verla disfrazada de mujer
vestida con su bolsa de Polietileno
Es guapísima pero parece un hombre
Tendrías que verla disfrazada de mujer
vestida con su bolsa de Polietileno
Tal
vez tome una foto innecesaria de un lata ordinaria y escribí algo sin
importancia pero nunca me arrepiento de hacerlo. Escribo lo que quiero y eso es
lo que me gusta. Al escribir me siento bien, casi como una necesidad para
sentir esa sensación. Y después esto lo público y posiblemente haya alguien que
lo lea y se logre (a lo mucho) identificar o decir: “También me ha pasado”
Como
una lata me hizo recordar y escuchar de nuevo a los Beatles, a preciar de nuevo
su disco “Abbey Road”. Pam, Pam, Pam, suena bien, chica polietileno.
Sí, podría decirse que está muy
bien hecha
Yeah, yeah, yeah
Saludos de una pamela, que buscando sobre un dolor de garganta aparecio esta entrada
ResponderEliminarAsí de curiosa es la vida.
ResponderEliminarSaludos y en verdad espero que te haya gustado.