La
tensión en manos de John Connolly (Dublín, 1968) es un arte, el arte de
obligarte a seguir pese a la inquietud pero sin llegar a asfixiarte. En su
última novela, La ira de los ángeles (Tusquets), nueva entrega de la saga
policiaca protagonizada por Charlie Parker, el manejo de nuestras emociones es
brutal.
Crea
el autor de Malvados y la serie de novelas policiacas protagonizadas por Parker
imágenes que hacen que nos giremos en el pasillo por si acaso esa extraña mujer
del bosque de La ira de los ángeles está detrás de nosotros. Novela negra llena
de elementos sobrenaturales que hoy ya no suscitan críticas por parte de los
defensores del género en su estado más puro. Esa pureza es hace ya tiempo
mestizaje.
¿Pasa usted miedo cuando escribe? Porque
hay escenas...
No me asusto con casi nada. Parte de lo que me divierte es
asustar al lector. Sin llevarlos al horror extremo. Lo que a veces sí me pasa
es que me sorprenden mis propios personajes. Y ocasionalmente sí es verdad que
me cuesta narrar algunas cosas.
¿Por ejemplo?
En mis obras sale bastante el cáncer. Y eso me cuesta. Sé
que es porque mi padre murió de cáncer y siento miedo de que el cuerpo se alíe contra
sí mismo, que es lo que pasa cuando tienes cáncer. Otra cosa que me marcó y me influye es algo
que me pasó de niño.
¿No me irá a decir que lo abandonaron?
No, pero sentí eso. De pequeño llegué a mi casa y mi casa
no estaba. Tenía cinco años y me senté en el bordillo angustiado: mi casa no
estaba. Una vecina me vio y vino, y me dijo: pero si es tu casa, lo que pasa es
que la han pintado. Era de otro color y por eso no la reconocía. Aquella
sensación de miedo a que me hubieran abandonado está en mis libros.
Dicen que todos los miedos se crean en la
infancia...
Sí. Y cada adulto tiene el niño que fue y que sigue
esperando al adulto en que se va a convertir. Vuelvo a la infancia y a la
adolescencia por ello. Un niño que ha sido infeliz suele ser un adulto infeliz.
¿Suele o es imposible cambiarlo?
Bueno, la verdad es que no conozco a tantos adultos
contentos. Conformarse está bien cuando vas siendo mayor porque te enfadas menos,
pero los jóvenes no deben contentarse porque si lo hacen no lograrán nada.
¿Por eso empezó usted a escribir?, ¿porque
no se contentaba siendo periodista?
Sí, no me gustaba el periodismo. Hay gente hecha para ello
y luego hay otra que se mete en el periodismo para poder escribir. Yo era de
ésos.
Y al final si eres de estos últimos acaba
siendo frustrante...
Me frustré. Mi primer libro salió de esa frustración. Nunca
habría escrito un libro si me hubiera contentado con mi trabajo como
periodista.
¿Sería entonces hoy periodista?
Creo que sí, y además es más interesante que ser contable.
Pero si te acostumbras a escribir siempre 500 o mil palabras año tras año al
final es difícil poder escribir una novela.
¿Puede leer sus libros una vez se han
publicado?
Imposible, porque sólo veo errores. Lo que me gusta es cuando ya tengo el primer
borrador, escribo sin planificar, y entonces empiezo a reescribir. No hay
escritores maravillosos, hay muy buenos reescritores.
Sólo ve errores, pero es que ¿alguna obra
de arte no los tiene?
Todo arte tiene una imperfección. Si escribieras el libro
perfecto, ¿volverías a escribir? Yo creo en eso de: falla otra vez y falla
mejor. Y eso es lo que hacemos todos: fracasar mejor. Conoces los errores que
cometes y esos ya no los repites, cometes otros, pero no los mismos.
¿Una venganza de la vida en la que
repetimos tanto los errores?
Sí, la definición de la locura es hacer cada vez lo mismo
esperando un resultado distinto.
Usted que tanto ha escrito sobre el mal,
¿ha conseguido saber cuál es su verdadera naturaleza?
Todos tenemos un yo secreto lleno de vergüenza, culpa,
remordimientos, dolor y cosas oscuras. La mayoría de la gente no es mala, pero
es egoísta y del egoísmo nace el mal.
¿Y de la envidia?
No, del egoísmo. Pero el mal tiene una gradación: se van
dando muchos pequeños y de repente te encuentas en una situación terrible. A
los neurocientíficos les interesan los prisioneros de crímenes violentos y
horribles, y han comprobado que sus cerebros están conectados de manera
distinta. Lo que preguntan los libros sobre estos actos horribles,
inexplicables, es si hay algo fuera que los provoca. ¿Hay un ser del mal que lo
genera y mueve?
Fuente originaria: http://www.20minutos.es/noticia/2163580/0/entrevista/john-connolly/la-ira-de-los-angeles/
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